Sábado, seis y media de la tarde.Miro por la ventana y veo que el Sol está listo para acostarse;me levanto casi por un impulso de la silla cojo mis deportivas a la carrera, una mochila y mi cámara de fotos.
Salto sobre la moto , meto la llave en la ranura girándola. Siento el motor,todavía frío, revolucinarse; doy gas y salgo a la calle.
Aire fresco y un poco húmedo, yo acelero un poco más para intentar atrapar a tiempo a mi presa. Freno, me fundo con el vehículo motorizado como si fuésemos una sola máquina cambio el peso de mi cuerpo y dentro de la curva vuelvo a dar gas.
Enderezamos las dos, me relajo un poco y volvemos a una sucesión de curvas, esta vez dejándonos llevar un poco más por la inercia.
Visualizo mi objetivo en el horizonte y dejo atrás a los numerosos transeúntes distraidos ,preocupados, enamorados, jóvenes ,viejos.
Estamos apunto de llegar y ya respiro aliviada. Dejo la moto arrancada, tiro el casco al suelo y desenfundo veloz y excitada la cámara. El Sol está ahí, majestuoso , tranquilo , iluminando con sus últimas fuerzas medio planeta y preparándose para resurgir en el otro lado del mundo y darles un nuevo amanecer.
Enfoco y disparo , hago esto unas quince veces, me cuelgo la cámara y disfruto de verdad de la caída del rey y cuándo la adrenalina en mis venas comienza a disminuir vuelvo a montarme en el ciclomotor y a correr por las calles de mi pequeña ciudad.
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