jueves, 15 de septiembre de 2011

Nota 3: La Sombra


Estuvo siempre ahí, justo ahí y no fui capaz de darme cuenta de que existía. La llamé Sombra porque era perceptible pero no palpable.
Una figura ausente, asustadiza, encerrada en sí misma, que caminaba y respiraba pero sin un rostro definido. Mi pluma hubiera estado estéril si me hubiesen pedido describirla. La sombra estaba y era, pero siempre indescriptible.
La otra noche un sonido extraño emitió La Sombra y yo lo interpreté como un grito de auxilio.
Instintivamente me giré y miré frente a frente por primera vez a tal extraño ser. La Sombra clavó sus ojos profundos en mí y temblé.
Tuve la sensación de estar completamente inerme ante ella.
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Porque me había estado observando desde la más remota oscuridad mucho tiempo atrás y conocía mis entresijos, mis debilidades incluso mejor que yo….

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