miércoles, 21 de diciembre de 2011

No temas Poeta,
no fue en vano tu sacrificada existencia,
todavía permanecen legibles las seculares tintas de tu gigantesco esfuerzo;
tu esencia fecundó las conciencias del ser,
y de las ruinas de tu vestigio se erigen hombres cada vez más profundos y perfectos,
ciclo tras ciclo.

Nada fue en vano.

Yo tampoco temo ya al porvenir,
cuando la luz exhale su último hálito,
y un puño de roca y lava impacte contra la esfera
reduciendo toda vida a fino polvo de piedra y gas,
añicos de átomo, imperceptibles partículas migrarán
durante milenios a través del infinito desierto de silencio y sombra
como despavoridos pájaros huyendo del frío eterno.

Pero nada será en vano:
pues cuando por fin, a millones de kilómetros luz de su origen,
la ruina de nuestro acervo se aparee en colisión con otro escombro estelar
a orillas de alguna galaxia ignota,
circulará en derredor de su calor hasta esculpirse en materia de vida nueva.
Y ese nuevo pálpito, Poeta, seguirá siendo entonces
vector de nuestra delicada Esencia.



Rafael Lechowski

domingo, 11 de diciembre de 2011

Elliot .






Tras los cristales desfila sigiloso el otoño. En este salón pesa el aire, provocándome un espeso dolor de cabeza. La leña arde en la lumbre, parece no darse cuenta de cuán rápido pasará a ser humo, un humo liviano que fluirá por el cielo junto a las nubes.
Se cierne la tarde, vuelvo a los orígenes, pongo a Chopin y pienso en el otoño pasado. No me he movido ni un ápice desde entonces. Sentía las mismas ganas de adelantar el tiempo y luego el sentimiento de culpa por estar derrochando días sin ni siquiera saber cuántos me quedan. Giro la vista y la poso sobre la mesa; el cuaderno sigue allí, emborronado y sin contener nada demasiado relevante.
Un esbozo de lo que pretende ser un faro y un barco de vela a la deriva ensucian la tercera página. Un barco de vela a la deriva es lo que me devuelve el espejo cuando me miro. El hastío, el miedo, las ganas de encontrar el viento que me ponga en el camino.
Me culpo por no escribir más, por ser tan inconstante, por no esforzarme, por no perseguir a la inspiración en lugar de estar a su merced y esperar a que ésta quiera visitarme.
Quizá sea el humo de la chimenea el culpable de todos estos pensamientos, estoy dejando de ver con claridad.

He conseguido alcanzar a duras penas la ventana y la he abierto, el aire helado entra ahora ofreciéndome la bocanada que necesitaba. Me oxigena el cerebro y milagrosamente recobro la lucidez. He olvidado todo cuanto estaba diciendo, solo recuerdo el deseo inconmensurable de querer hacer que el tiempo pasase.

El diablo me hizo firmar aquel pacto envenenado, lo peor es que lo perdí todo y aún tengo que conservar esta funesta vida. Acarrear mi ataúd a hombros cada día sin poder meterme en él y descansar por fin. Nunca volveré a desear la felicidad eterna, pues lo único que es loable es la eternidad, y ¿a qué precio?

lunes, 5 de diciembre de 2011

De la capacidad de hacer el amor.



Humanos dotados de la capacidad de hacer el amor y afanados en autodestruirse.
La belleza ES porque el nosotros tenemos la capacidad de captarla.
Pero, ¿tenemos también la virtud de crearla? No; al igual que el Demiurgo de Platón, podemos ordenar pero no crear. Ordenamos para hacer surgir la belleza y luego la destruimos.
El mundo está lleno de mierda, pero cuando un artista se esfuerza por hacer resurgir cual Ave Fénix lo bello, consigue emocionarnos y hacernos vibrar.
Entonces, ¿qué predomina en nosotros el caos o el cosmos? ¿El amor o el odio?

miércoles, 9 de noviembre de 2011

Diario de un naúfrago.




En las noches de tormenta, cuando el mar no halla el conciliador sueño y la brisa salada y corrosiva se bate en un encarnizado duelo contra el mascarón de mi velero deseo estar allí.


A veces, después de la tormenta, amaina; otras no finaliza el combate despiadado hasta que mi frágil memoria olvida cuándo comenzó y cómo eran los amaneceres en los que el cielo y el mar se erguían como un solo titán.

Anoche, durante el vendaval, la cabeza me daba vueltas y no tuve el coraje necesario para salir a cubierta y luchar cuerpo a cuerpo con Poseidón.
Me quedé en un rincón del camarote, envolviendo mis rodillas en un abrazo perpetuo para impedir que continuara temblando. Hay veces que el mejor abrazo es uno mismo.

Cerré fuerte los ojos apretando los párpados, intentando contener las lágrimas que se amontonaban en mi garganta pero inexorablemente terminaron desbordándose.
Contemplé a través del ojo de buey un rayo, difuminado a causa de las lágrimas que emborronaban mis ojos, impactando con lo que parecía ser la tierra. Zeus descargaba su furia contra el sólido continente mientras yo era un diente de león en mitad de un desierto. Me encontraba a merced de las olas en ese caótico vaivén, en ese estado de movimiento infinito.

Deseé durante tantos años este barco para sentir la independencia y autosuficiencia más puras.
Anoche la libertad se tornó en angustia y el bucólico sotavento en una bestia indomable.

El agotamiento y la frustración me atraviesan los huesos igual que el sodio corroe el metal del mástil. Tengo las manos hinchadas por el frío y quemadas a causa de la fricción de las maromas.

No me quedan fuerzas, no seguiré luchando.
Qué osado es el hombre cuando cree que puede doblegar a la naturaleza.
Me rindo, me hundo.
Adiós camaradas.

viernes, 4 de noviembre de 2011

Homo intellectus




Levántate.

Resopla tu poder, despliega tu esqueleto,
enarbola tu frente con las rotundas hachas,
con las dos herramientas de asustar a los astros,
de amenazar al cielo con astas de tragedia.

Esgrímete.



Estaba leyendo a Miguel Hernández y he sentido el cantar del pueblo oprimido, el golpe de la culata, los gritos, los jadeos, el miedo de la masa en marcha, el hedor a podredumbre, las gentes aglutinadas. El hambre del país de mis abuelos, de mi país. La guerra del país de mis abuelos, la guerra de mi país.
Los que nacimos después del Después ni siquiera lo conocimos, pero convivimos con sus lastres.
Hoy día todo el mundo habla de libertad, de derechos, de democracia y de paz pero cuando los gobiernos del primer mundo,tan cívicos,tan desarrollados, invierten en armamento o subvencionan guerras nadie se levanta y grita; nadie recuerda el hambre de nuestra guerra, las viudas, ni los huérfanos. Solo se rinde tributo a los caídos en campaña electoral.Se remueven las fosas comunes cuando lo impulsa un fin político y seguimos sin levantarnos, sin decir nada.

No hace mucho, en un artículo de la prensa, decía que España ha vendido armas a los milicianos de Gadafi, mientras tanto nuestro ejército desplegaba cuatro aviones con unos costes apabullantes para combatirlos, defendiendo algo que la ONU denominaba 'derechos humanos'. ¿En qué mundo vivimos? ¿Les damos las herramientas para que se maten unos a otros, interviniendo de forma directa en una masacre con el único fin de lucrarnos?

El día que nos demos cuenta que imponiendo la fuerza solo se genera más odio, el día que seamos conscientes que debemos reivindicar los verdaderos derechos humanos, el día que descubramos que con lo invertido en armas podríamos construir un mundo más solidario, más justo…ese día será la segunda vez que el hombre se baje del árbol, pero esta vez su único arma será la palabra y el diálogo nos encaminará hacia la evolución.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Temporal en alta mar.






Todos tenemos días de esos, grises o negros. Son una mierda, pero son peores cuando no sabes el motivo. Audrey, en Desayuno con diamantes, los llamaba ‘días rojos’. Para mí son simplemente grises. El verdadero problema llega cuando la sucesión de días grises se convierte en un gris permanente, un cielo encapotado constante y no encuentras el rayo de Sol que te caliente en ningún sitio. Te culpas de algo que ni tú mismo sabes qué es, luego culpas a todos y cuando descubres que ellos tampoco son los responsables, vuelves al punto de partida y solo te queda seguir caminando sin ganas,sobre el inhóspito suelo.

Un día aparece una mano cálida que intenta que el frío de la tuya desaparezca, que te la envuelve y tira de ti cuando no tienes ganas de seguir caminando, que te dice que puedes y que merece la pena, que eres capaz, que confía en ti. Y quizá le gustaría poder apartar todas las nubes para que vieras que el Sol sigue brillando por encima de ellas, pero no puede. Sin embargo sigue ahí, echando su vahó tibio en tu espalda cuando el frío casi te impide moverte.
Si desiste, si le fallan las fuerzas, sonríele y será suficiente. Existe para hacerte feliz y la única luz que busca es la de tu sonrisa.

jueves, 13 de octubre de 2011

Roca







Retratar rostros conocidos deja de ser divertido cuando la luz acapara y abraza las sombras, cuando la nitidez se torna en difusión, cuando la pintura del lienzo se diluye en el agua del pincel mal secado o cuando la lágrima cae sobre la tinta emborronando el folio.
Robar rostros extraños, anónimos es más lúdico; existe el morbo de ser descubierto y vamos a hurtadillas, valiéndonos de la memoria fotográfica para capturar todos los detalles en el mínimo de tiempo, prescindiendo de la contemplación y templanza propias del retrato pausado.
Llegado el momento en el que los rostros pasan a formar parte de un segundo plano y lo que priman son las acciones (un beso, una despedida, una risa, un llanto…) el ladrón de instantáneas pasa a ser un narrador subjetivo y se implica en la trama. Es fácil reconocer a su vez lo que sentían los retratados y el retratista. Conocemos varias historias simultáneamente y también nos hace implicarnos a los que observamos en tercera persona. Es un complicado entramado de comunicación de ideas, sentimientos, pensamientos, sensaciones… Sería correcto afirmar que el arte en sí mismo encierra más tecnología que un ordenador de última generación con la gran diferencia que el arte no pasa de moda y su evolución no es tan repentina lo cual permite que tampoco quede obsoleto. El arte es y será por siempre universal.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Estricto.Abstracto.




Igual que se alinean los astros o las mariposas baten sus alas provocando un terremoto en la antípoda. Igual que se abren las flores al mundo, tímidas primero, petulantes después; de la misma forma en la que nace la vida humana en la Tierra, o comienzan a volar las aves. Como sale el Sol entre las montañas y las estrellas aparecen a la caída de la noche, exactamente del mismo modo tuvo que ser, en un ´aquí’ remoto y en un ‘ahora’ preciso.

Somos una masa de recuerdos comprimidos que penden unos de otros sustentados únicamente por unos hilos de conexión: las sensaciones. Gracias a ellas retenemos gran parte de nuestras experiencias como si se tratasen de un hilo conductor que nos transporta hacia los recuerdos a punto de ser olvidados, dotándolos de un poco de tiempo más de vida, igual que al paciente en paro cardíaco el desfibrilador hace que su corazón bombé de nuevo, las sensaciones nos transportan al recuerdo translúcido, haciendo que recupere su gama cromática.

El ‘aquí’ y el ‘ahora’ son interrumpidos por el pasado –lejano o reciente- y podemos literalmente viajar en el tiempo. Lo más sorprendente es que esta analepsis puede llegar a convertirse en prolepsis y es cuando decimos que estamos soñando despiertos.






Nota al lector:
Esta es la clase de entrada que disgusta a mi madre y quizá a todos cuantos la leen. No se trata de encontrar un sentido pragmático y útil en mis palabras. Lo escribo abstrayéndome e intentando compartir esta sensación con usted. Imagine que es un cuadro abstracto e interprételo a su antojo.
Atentamente.


Nadia

lunes, 19 de septiembre de 2011

Un poco de esto y de lo otro.




Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.


¿Se puede conocer al amor de tu vida en dos noches y tres días?
Probablemente la respuesta sea no. El amor es algo de manual, de libro. Se trabaja y riega a diario, dirán algunos de los grandes teóricos pero saben qué, los grandes teóricos no han amado nunca. El amor práctico es bien distinto al que ya está descrito, no quiero decir con esto que los poemas de los grandes literatos estén muy alejados de la realidad, pero el concepto que cada uno tiene del amor es único e intransferible. Esto se debe a que cada uno tenemos una manera de amar, nos entregamos de formas diferentes. Unos con reservas otros sin ellas, unos locos enamorados, otros amantes de la locura y demás juegos de palabras…
Si tuviera que describir el amor ideal, el platónico sería una tarea que me llevaría años, no es tan fácil. Cuando uno va a pedir un deseo prefiere hacerlo como si tuviera la posibilidad de cumplirse. Yo quería el cuento, quería el príncipe con caballo, perspicaz, gracioso, inteligente, de esos que te empiezan enamorando con una mirada y te caes rendida a sus pies cuando por fin te besa a la luz de la Luna, mientras que suena Billie Holiday de fondo. De esos que te piden matrimonio en un restaurante con caché o en mitad de la calle, rodilla en tierra y con una poesía aprendida de memoria.
Pero después de leer cientos de libros en los que siempre hay encubierto un romance, escuchar miles de canciones que hablan de lo mismo y ver millones de películas (que si observásemos desde un punto de vista objetivo y sin dejarnos embriagar por el ambiente propicio a la estupidez nos parecerían todas idénticas) uno se cree lo suficientemente documentado como para saber enamorar y lo más importante, de quien enamorarse…
A la hora de la verdad el amor te coge por sorpresa, te pilla desprovisto de esos poemas que leíste cientos de veces y traste de memorizar por si llegaba el día de declararle tus sentimientos a alguien. Y el príncipe no viene a caballo, ni te hace el amor en una cama con pétalos de rosa. Te besa como lo han hecho antes, con la única diferencia que la cabeza te da vueltas, que sientes la presión de la sangre en las sienes, se te engarrota la mandíbula, tu cuerpo entero se tensiona y crees que estas volando a pesar de que el camión de la basura acaba de pasar por ahí y el hedor a pescado podrido es insoportable. Pero eso da igual, estás tú y está tu príncipe que cuando estás triste o te sientes sola está ahí para recordarte que te quiere, que te escucha, que se muere por ti cuando estas recién levantada y tú piensas que no puedes tener peor aspecto. Y cuando te pintas y te pones guapa para él le brillan los ojos y se le queda cara de idiota. Se esfuerza por hacerte feliz, por sorprenderte y a ti te parece suficiente; pero ¿y si un buen día te levantas y lo ves todo tan negro que crees que no merece la pena seguir luchando contra todas las dificultades de pareja, su mal humor, sus malos modos, sus pocas ganas de escucharte?
Ese día te susurrará un par de versos al oído para recordarte que no te habías equivocado de príncipe, para decirte que merece la pena y que te quiere solo a ti. Entonces recuperarás la esperanza y la fe en el amor y te darás cuenta de que elegiste de verdad al amor de tu vida.

L.Un (Literatura Universal)







He pasado toda la noche sin dormir, viendo,
sin espacio tu figura.
Y viéndola siempre de maneras diferentes
de como ella me parece.
Hago pensamientos con el recuerdo de lo que
es ella cuando me habla,
y en cada pensamiento cambia ella de acuerdo
con su semejanza.
Amar es pensar.

Fernando Pessoa


Y díganme que no sintieron más belleza apreciable en las letras que en las ciencias, pues el conocimiento interno del ser humano trasciende por encima del terrenal.

Y, ¿quién no amó mirando a los ojos y sintió la necesidad en las entrañas de plasmarlo? ¿Quién no reflexionó acerca de la existencia de un creador admirando la belleza y el orden caótico del Universo?

El que no ama no siente, el que no siente no escribe, el que no escribe no vive, y por eso vivo yo.

jueves, 15 de septiembre de 2011

Nota 3: La Sombra


Estuvo siempre ahí, justo ahí y no fui capaz de darme cuenta de que existía. La llamé Sombra porque era perceptible pero no palpable.
Una figura ausente, asustadiza, encerrada en sí misma, que caminaba y respiraba pero sin un rostro definido. Mi pluma hubiera estado estéril si me hubiesen pedido describirla. La sombra estaba y era, pero siempre indescriptible.
La otra noche un sonido extraño emitió La Sombra y yo lo interpreté como un grito de auxilio.
Instintivamente me giré y miré frente a frente por primera vez a tal extraño ser. La Sombra clavó sus ojos profundos en mí y temblé.
Tuve la sensación de estar completamente inerme ante ella.
¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué?

Porque me había estado observando desde la más remota oscuridad mucho tiempo atrás y conocía mis entresijos, mis debilidades incluso mejor que yo….

Nota 2: Correspondencias



Llevo más de seis días moviéndome por todo lo largo y ancho de la geografía española y estoy siendo feliz. Si bien es cierto que unas pocas horas más de sueño no me harían ningún daño, no renunciaría a ninguno de estos momentos por una infame cabezada.
Aquí me hallo, entre los mismo completos desconocidos de ayer, anteayer y los días previos. Ya los miro con familiaridad pues me parecen rostros repetidos cientos de veces, caras comunes, estereotipos de la sociedad. Pero siguen siendo insensibles y poco receptivos a una sonrisa o una mirada de curiosidad. Cada uno encerrado en su burbuja rutinaria.

Nota 1:Alta Velocidad



Ahora mismo soy tan impersonal como tú pero aún tengo el estigma soez del recelo.
Tapo lo que escribo como si a alguien pudiera interesarle o pudiera identificarme por mi caligrafía.
-Vulnerabilidad-.
Decía que soy impersonal y es que ahora todos y cada uno de los compartimos vagón lo somos.
Tenemos una vida a todas luces diferente y sin embargo el destino hace que todas ellas se intersecten en un punto idéntico en espacio y tiempo, dos dimensiones que nos hacen ser una mezcla heterogénea y homogénea a la vez. Todos igual de humanos, igual de descreídos , llenos de miedos, aterrados por el futuro pero cada uno con más o menos razones para vivir y disfrutar del presente.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Volverán.

Llegar. Partir para terminar volviendo a llegar otra vez,¿o no?.


Página 74.
Este cuento ha empezado y se ha acabado, o al menos quiero creerlo así. No estamos preparados para asumir el riesgo que conlleva poner unos puntos suspensivos y continuar en el siguiente renglón pero desde luego no es lo que yo quiero, ni se si es lo que tú quieres.

He pensado demasiado en poco tiempo y necesitaré un poco más de este para poner orden a estas ideas, sentimientos y recuerdos; quizá entonces recuperen el sentido.

¿Había algun sentido? Probablemente no, o si... eso solo lo sabremos con el prisma del tiempo, cuando miremos hacia atrás y lo consideremos una locura, una aventura o un cuento.

Rompimos los cánones y el orden. El tren se puso en marcha y no tuvo piedad, ¿por qué no podremos hacer nosotros lo mismo? ¿Por qué nos aferramos a dos segundos, o una noche de felicidad? ¿por qué no podemos dejarlo entre los mejores recuerdos, archivado como una carpeta, o un documento importante sin la necesidad de querer volverlo a vivir?

Nos falta fuerza para asumir que la vida no es ese cuento con final feliz...

lunes, 22 de agosto de 2011

In a sentimental mood




La tormenta nos sorprendió a ambos sin paraguas. Caminábamos a paso ligero arrastrando el equipaje que llevábamos con nosotros. Nos cobijamos en un soportal, recobré el hálito y me senté encima de la maleta a esperar pacientemente a que el aguacero pasase.
Saliste de nuestro techo improvisado y la lluvia empezó a calarte. Te observé con curiosidad pero sabía que mi rol como espectador tenía los minutos contados, y así fue. Me retaste como solo tú sabes hacerlo y accedí a acompañarte en ese absurdo juego de ponerse chorreando.
Me instaste a cerrar los ojos y una vez más acepté.
El cabello se nos quedaba pegado a la frente, el tejido de la cazadora empezaba a sucumbir ante el poder del agua y las zapatillas de lona no oponían resistencia a su paso.
Entreabrí un ojo con cautela y estabas inmóvil con la barbilla ligeramente elevada y el pelo hacia atrás. Volví a cerrar los ojos.

-Las gotas de lluvia son como caricias diminutas- dijiste.
Un impulso salido de no sé qué parte de mi cuerpo se dirigió directo a mi mano y tuve la imperiosa necesidad de premiar a mi tacto con el tuyo.

-Como caricias diminutas- repetí yo extendiendo la palma hacia el cielo con el ánimo de atrapar unas gotas de lluvia apenas incorpóreas. Mi sorpresa fue que, al cerrarla las yemas de mis dedos se toparon con algo más denso y pesado que una gota, aunque igual de delicado.

Reinan



Te vi a punto.
Era una noche de julio,
noche tibia y perfumada,
noche diáfana…

De la luna plena límpida,
límpida como tu alma,
descendían
sobre el parque adormecido
gráciles velos de plata.

Ni una ráfaga
el infinito silencio
y la quietud perturbaban
en el parque…

Poema a Elena
Edgar Allan Poe



Tus pozos oscuros, atenuados con luz superficial, que se amparan y retroalimentan de amor; amor a ti, amor a tu mundo y a la cápsula de cristal que, en definitiva, nos en envuelve a todos y paradójicamente nos hace únicos.
Sin ella nos encontramos tan indefensos, tan desnudos... Solo nos acompañan la piel y las dudas.

martes, 2 de agosto de 2011

El pez y la pecera




Camino por Madrid en tu compañía,
Mi mano en tu cintura,
Copiando a tu mano en la cintura mía.
A paso lento, como bostezando,
Como quién besa el barrio al irlo pisando,
Como quién sabe que cuenta con la tarde entera,
Sin nada más que hacer que acariciar aceras.

Y sin planearlo tú acaso,
Como quién sin quererlo va y lo hace,
Te vi cambiar tu paso,
Hasta ponerlo en fase,
En la misma fase que mi propio paso.

Ir y venir, seguir y guiar, dar y tener,
Entrar y salir de fase.
Amar la trama más que al desenlace,
Amar la trama más que al desenlace.

Fue un salto ínfimo
Disimulado,
Un mínimo cambio de ritmo apenas,
Un paso cambiado,
Y dos cuerdas que resuenan con un mismo número en distintos lados,
O el paso exacto de dos soldados,
Como dos focos intermitentes,
Súbitamente así, sincronizados.

Dos paseantes distraídos
Han conseguido que el reloj de arena de la pena pare,
Que se despedace.
Y seguir que el rumbo que el viento trace.

Ir y venir, seguir y guiar, dar y tener,
Entrar y salir de fase.
Amar la trama más que al desenlace,
Amar la trama más que al desenlace.

Ir por ahí como en un film de Eric Rohmer
Sin esperar que algo pase.
Amar la trama más que al desenlace,
Amar la trama más que al desenlace.

Te vi cambiar tu paso,
Hasta ponerlo en fase,
En la misma fase que mi propio paso.

Amar la trama más que al desenlace,
Amar la trama más que al desenlace.

Camino por Madrid en tu compañía.



Jorge Drexler

lunes, 25 de julio de 2011

Presente




Tuve la misma sensación de vacío que hacía un par de meses.
Amanecer en una cama solitaria es dosalador y sin embargo las sábanas retenían su olor de una forma que llegaba,incluso, a provocarme dolor físico.
El mismo hastío, el mismo nudo en el estómago…

Alcé la vista al reloj que descansaba sobre la mesita de noche, él seguía allí, exactamente en la misma posición que cuando entramos en la habitación pensando que podríamos ser capaces de ponerle una barrera al tiempo. ¡Ingenuos!, o tal vez soberbios.

El cronógrafo permanecía impasible, sin perdonar un solo minuto, aunque fuese el más feliz de nuestras vidas, aunque fuese el más intenso y, por consiguiente, el más deseado.

Lo maldije, me pregunté por qué tenemos la absurda necesidad de cuantificar todo aquello que nos rodea en lugar de centrar nuestras energías en vivir cada momento con la máxima intensidad, paladeándolo y saboreándolo.

Lloré sintiéndome culpable por no haber aprovechado todos los segundos de mi vida al cien por cien, entonces vino a mi cabeza ese poema de Mary Oliver que decía así:

Tell me, what else should I have done?
Doesn’t everything die at last, and too soon?
Tell me, what is it you plan to do
with your one wild and precious life?


Y fuí consciente de que está implícito en la naturaleza humana la incapacidad para vivir en tiempo presente.

miércoles, 20 de julio de 2011

Tercera parte.



La luz, lívida, escapa,
y el cristal ya se afirma
contra la noche incierta
de arrebatadas lluvias.

Luis Cernuda






La seguí.
Sí, no pude evitarlo. Que por qué lo hice, no lo sé. Supongo que en un vano y patético intento de justificarme podría decir que la necesito, pero yo no he necesitado a nadie nunca asique no es una excusa coherente.

Entró a una de las tiendas de souvenirs contiguas a la calle principal. La conozco, sé que solo quería evadirse; para nada huir ni mucho menos marcharse.
Manoseó algunas de esas baratijas y sonrió a las tenderas sin demasiado entusiasmo como compensación a no haber gastado ni un céntimo y, finalmente, salió de la tienda.
Andaba rápido y decidida. De vez en cuando y como incentivada por espasmos subía su cámara de fotos a la altura de los ojos enfocaba a algún punto, imperceptible para mí a causa de la distancia y disparaba. Lo hacía rápido, como si le diera vergüenza poder ser sorprendida en esa situación.

Una vez me confesó, en uno de nuestros paseos invernales, que la fotografía le suponía un ejercicio de introspección al igual que cuando yo escribía.

Desde que la vi salir del hotel a hurtadillas esa mañana supe a ciencia cierta hacia dónde se dirigía.

Probablemente al llegar a la bahía y enfrentarse cara a cara con la escultura, protagonista de tantas de nuestras historias, pensó en mí. No lo sé.

Lo recuerdo como una de las imágenes más bonitas que llegaré a vislumbrar en mi vida.
Se sentó en el suelo gélido, imitando la posición de la figura de bronce y se quedó muy quieta, la brisa le acariciaba la melena y les confería a ambas una semejanza singular.

No tuve el valor para acercarme, no habría sabido qué decirle, ni cómo justificar mi aparición. He de reconocer que siempre tuve el pánico de que se hubiese olvidado de mí y en cambio yo andaba persiguiéndola por todos los rincones de Europa.

Así, sumido en mis pensamientos y ella en los suyos, separados por una distancia considerable, yo intentado no ser visto y ella expuesta de forma natural a los primeros rayos de Sol. Ambos viendo el amanecer en ese lugar que se despertaba tan solitario y que,sin embargo sería profanado por el trasiego de miles de turistas en apenas unas horas, escuché por vez primera el dictamen de mi corazón…
Y cambió el curso de las cosas, pudo ser el azar, el Sino o incluso Dios, su Dios.

Los nervios de acero que tanto me habían costado forjar se desvanecieron, salí de mi ‘escondite’ y me acerqué a ella. En ese instante se giró hacia su bolso. Sacó de él el cuaderno negro de tapas duras que le regalé tiempo atrás para que escribiera y pude observar que estaba caligrafiado hasta la penúltima página.

Se volvió como si hubiera advertido mi presencia desde el principio y me dijo en un susurro casi imperceptible –Gracias por haberle dado un final a la historia de la Sirenita.

sábado, 16 de julio de 2011

A movement between these two


No lo diré hasta que no esté completamente segura, hasta que me salga cada palabra sin vacilar, hasta que me lo dicte el corazón.

No te lo diré hasta que no te lo merezcas, hasta que no poseas cada uno de mis suspiros y cada segundo feliz haya sido vivido a tu lado.
No me lo preguntes pues la respuesta será fría y distante hasta que no puedas prometerme el firmamento en verso y la Luna en prosa.
Reinventa cada uno de los días, báilame el agua de lluvia y dibuja en mi todos y cada uno de los arcoíris encaramados a las nubes.
Júrame que el mundo no se acaba sin ti pero déjame que lo dude si no estás…
Sorpréndeme con diminutos detalles pero únicos y secretos para nosotros.
Te lo susurraré al oído, sin titubear, fugaz pero saboreando cada una de las sílabas y será verdadero y solo tuyo.

miércoles, 22 de junio de 2011

Libre albedrío



“…un día como todos que sin embargo brillaba para ellos con una claridad secreta que para los demás era invisible, una hoja del calendario que le habría gustado rescatar de la papelera de su oficina donde él mismo la habría tirado a la mañana siguiente, sin saber todavía, ajeno a lo que ya estaba sucediéndole; pues cada amante busca establecer una genealogía de su amor, por miedo a olvidar y a perder, a que no quede rastro de lo que tanto le importa, de cada minuto memorable borrado en seguida por la prisa del tiempo. Quería guardarlo todo”.


Antonio Muñoz Molina.

Veo el coche alejarse por el carril embarrado a causa de la lluvia dejando atrás a la silueta de Ignacio solo en mitad del claro, desentonando con el contorno del bosque americano. Ridículo y abatido, calado por la lluvia, paralizado de pies a cabeza. Incapaz de pronunciar una sola silaba, con la boca seca y un nudo en la garganta.
Llama mi atención la manera convulsa con la que aprieta los puños, tal vez hincándose las uñas en las palmas desgarrando la epidermis.
Se gira muy despacio y hace un ademan de volver a la casa pero tiene los pies fijos en el suelo, como retenidos por una fuerza invisible que le impide avanzar.
En el coche Judith pisa a fondo el acelerador, temeraria e insegura ya que la niebla es tan espesa que es difícil ver más allá de la luz de los faros. Piensa en él, en las probabilidades de acertar o equivocarse dejándolo allí. Pero las probabilidades no son más que números y los números no resuelven los problemas trascendentales en la vida de las personas.

Así caminan cada uno en direcciones contrarias, él hacia la casa de invitados, ella hacia Nueva York dejando que el transcurso de la vida les desvele poco a poco si sus decisiones fueron erróneas o certeras, tan solo en manos del libre albedrío.

domingo, 29 de mayo de 2011

Las hormigas del Práter.




Todo comienza y acaba de la misma forma, formando parte de un ciclo infinito. Lo que debía ser predecible se vuelve, a nuestros ojos, sorprendente e incomprensible.
El pensamiento de ponerle fin a nuestra vida nos asfixia y sentimos pánico al divisar su proximidad, en lugar de ir planeando estrategias para ser completamente felices en presente y dejar de posponer planes, uno tras otro, para finalmente abandonarlos en la lista de cosas que 'no hicimos'.
Temblamos, lloramos y pataleamos débiles, como si así un ser superior fuera a apiadarse de nosotros.
Somos tan osados que pensamos que ‘a nosotros no nos va a pasar’. Cegados por la estupidez e incapaces de sentir o pensar en tiempo real.
La felicidad es lo único que es contemporáneo; se corresponde a todas luces con el espacio y con el tiempo. Puede que por eso sea tan valiosa. Nos hace sentir humanos, nos hace sentir vivos. Y todos la perseguimos con un mismo fin:dar sentido a nuestras vidas.

sábado, 7 de mayo de 2011

Real,musical.




Al compás de los acordes dulzones que se escuchan de fondo se les añade la musicalidad de las cremalleras y los botones siendo liberados.

Las caricias hacen un Canon sin prisas y las pausas quedan reservadas tan solo a los silencios.

El ritmo lo marcan los besos sistemáticos y continuos que no faltan a su cita periódica con labios ajenos,en los que se busca la combinación perfecta de frecuencias.

Todos los sentidos puestos procurando susurrar cada palabra con precisión para lograr la fusión perfecta de las voces y conseguir lo que en términos musicales se denomina dúo.

sábado, 30 de abril de 2011

Salvador






Miraba por la ventana al mar y el aire le alborotaba el pelo y le traía una brisa salada y fresca.
El sol empezaba a abrirse paso entre las nubes y unos cuantos rayos se filtraban a través de su vestido blanco.

Desde la cama él recién levantado la contemplaba como quien contempla un cuadro, con los ojos entornados intentando captarlo todo, sin querer perder detalle.
Se fijaba en las curvas y los pliegues infinitos que hacia la tela fina en su espalda, estaba fascinado con la armonía de las luces y las sombras, con la perfección de la escena. Se sintió afortunado de poder estar viviendo aquellos días. Agradecía su dicha e intentaba compensarla a ella por hacerle tan feliz.

Como todas las historias de amor esta también tuvo un final.

La imagen de la chica en la ventana le atormentaba desde su partida. Recordaba con la misma intensidad todos y cada uno de los detalles e incluso podía sentir el frescor de las sabánas blancas y el perfume de ella en el hueco de la almohada.

Intentó eliminar el daguerrotipo de su cabeza con la misma perseverancia con la que lo memorizó pero fue incapaz.
Desvelado,en una noche de insomnio,decidió sacar aquella imagen de su cabeza y compartirla con el resto del mundo.
Quiso que todos pudiéramos sentir lo mismo que él sintió al despertar aquella mañana de Abril.
Se sentó frente al caballete e impregno su pincel en una gota de pintura diluída…

jueves, 28 de abril de 2011

I'm not Mrs Brightside today


Hoy ha sido un día de esos en los que se necesita un abrazo de los tuyos, un mensaje de los tuyos, una sonrisa de las tuyas, un 'claro que puedes' de los tuyos, un beso de los tuyos, un 'no te rindas' de los tuyos, un guiño de los tuyos, un 'no digas tonterias' de los tuyos, un 'persigue tu sueño' de los tuyos,un 'te quiero' de los tuyos.
Un poco de tu tiempo, un poco de ti.

Nadia ,a veces,también se derrumba.

martes, 19 de abril de 2011

Tu Dios

Una canción que se pierde por los rincones de un callejón sombrío donde el olor a orines y podredumbre es tan repulsivo que hasta las ratas dudan en acercarse.
Bladimir, aún un niño frágil e ingenuo corre tras su balón de fútbol el cual, tras una intrépida carrera, termina deteniéndose en la penumbra del callejón.
Sin dudar, guiado por su inocencia, cruza el umbral que separa el aroma dulzón de los árboles frutales de la Calle Mayor del vaho espeso de ese lugar recóndito.
Algo se interpone en el camino del chico y lo hace caer de bruces contra el suelo mugriento.

Bladimir se apresura a ponerse en pie cuando una mano áspera le sujeta el cuello impidiéndole cualquier movimiento.
Oye una voz que le dirige unas palabras en un tono violento, pero está tan asustado que no consigue entender nada.
Tiembla, todo su cuerpo tiembla; desde la cabeza hasta los pies. Se acuerda entonces de su madre y comienza a sollozar.

Mamá le dice cada noche antes de irse a la cama que Dios ayuda cuando las cosas van mal, que rece y que cuando el miedo le paralizase y Dios estaría con él.
Bladimir cierra fuerte los ojos y comienza su oración.


Minutos más tarde un mendigo sale de un callejón anexo a la Calle Mayor, paladea con los ojos entornados un bocadillo. Al pasar por la puerta de la iglesia le da gracias a Dios por tener algo que echarse a la boca esta vez.

En el mismo momento y en la misma ciudad la madre de Bladimir se encomienda a su Dios desesperada porque hace más de tres horas que su hijo salió de casa con la merienda en la mano y su balón de fútbol prometiendo que llegaría pronto.


‘Dios es justo’, musita Bladimir en el callejón viendo como las últimas luces desaparecen.
‘Dios es justo’

sábado, 16 de abril de 2011

En realidad,,,





'Entendámosles, mover a las masas es difícil, pero es totalmente imposible hacerlo diciendo la verdad.'

Perseguimos la verdad de forma utópica e idealista pero en nuestro fuero interno no queremos que nadie nos diga las cosas tal y como son.
El mundo es un lugar lleno de injusticias, aberraciones y abusos y aun siendo conscientes de ello, nos empeñamos en reducir nuestra existencia al gozo y al deleite personal.
¿Quién dijo que al mundo no se viene a sufrir? ¿Quién dijo que la vida sea justa?
¿Quién contagió a la sociedad con el germen de la felicidad suprema?
Quizás la propia naturaleza humana, quizás la parte racional de nuestro cerebro, que no quiere asimilar que el mundo es cruel y por eso tiende a expandirse y tejer un entramado de referentes de vidas perfectamente concebidas, sin lágrimas ni angustias.
No queremos saber que en el mundo el color rojo no existe, que es una mera ilusión, un efecto óptico que recrea el cerebro para hacer a las fresas y al carmín de tu novia algo más apetecible.
Y así pasamos día tras día girando en torno a la mentira, maestros, señores y aprendices del engaño, vulnerables a la sinceridad.

sábado, 9 de abril de 2011

Sobre los hombros.



Si he llegado a ver más lejos que los demás es porque me alcé sobre los hombros de gigantes.
Isaac Newton




Después lo único que queda son habitaciones separadas por tabiques de grosor incalculable. Sábanas frías como icebergs y la sensación de haber vivido un huracán interior. Todo patas arriba. Todo desordenado. Sólo el tiempo puede ponerlo en su sitio.
Con paciencia, con deleite, uno amontona los escombros.De entre ellos selecciona los íntimos, los que no quiere que pasen al abismo del olvido.

Y poco a poco vuelve a resurgir de la nada, vuelve a erguirse…
Cuando logra estar arriba sufre vértigo. Cunde el pánico porque todo son reminiscencias de la primera caída; pero las ansias por ser otra vez lo que fue le hacen creer. Persigue su sueño y claro que puede que vuelva a derrumbarse, pero ahí está con la cabeza alta.Siendo, al menos, fiel a su corazón.

miércoles, 6 de abril de 2011

Coppola




Acábalo, termínalo.
De verdad quiero leerlo. Puede ser bueno, malo, mediocre… pero quiero hacerlo. De todos modos entenderás que no soy nadie para valorarlo. Mi opinión te importa y he de reconocer que eso me llena de orgullo pero no deja de ser una valoración personal de alguien que escribe exactamente por el mismo motivo que tu; no olvides jamás que nos mueven las mismas cosas.
Compartir con alguien estos momentos de intimidad y reflexión hasta hace poco era casi imposible.
Supongo que sabrás que poder hablar de literatura con alguien sabiendo que va a escucharte o leerte prestándote atención es un privilegio .
Te agradezco sinceramente que me hayas dejado ver tus ideas en bruto, recién plasmadas,es cuando más valor tienen.
Acábalo, termínalo




El polvo denso y desagradable se mete en sus pulmones. Lo saborea en la garganta, le escuecen los ojos y le duele el pecho. Lleva más de dos horas caminando en círculos. Está perdido como nunca antes lo había estado. Está sediento y cansando pero no tiene tiempo suficiente para pararse y recobrar fuerzas.
Se seca la frente con la manga de la camisa y comienza a ver borroso. Está mareado a causa de la deshidratación.Hace cuarenta grados.
Siente el aire abrasándole en cada bocanada que toma…
Abre los ojos y lo primero que divisa es el techo de un Ehe. Siempre pensó que su licenciatura en Geografía le sería totalmente inútil pero gracias a ella acaba de ser consciente que está en un asentamiento de Tuaregs. Escucha unas voces lejanas de las que reconoce algunas palabras que probablemente pertenezcan al ‘tamajeq’.
Intenta retreparse pero hay algo que se lo impide… unos estribos de camello le sujetan las extremidades, recuerda entonces la frase que había oído decir tantas veces a su abuelo ‘Podemos adquirir la libertad, pero nunca se recupera una vez que se pierde.’

domingo, 3 de abril de 2011

Por cumplir


«El coronel Aureliano Buendía entendió, que la vejez, no es mas que un pacto honrado con la soledad». Gabriel García Márquez


Al ver a la cabalgata de ancianos moviendo sus cinturas torpes y lentas, enredando sus manos ajadas por el tiempo,un pánico terrible me invadió.
Imaginé el estado en el que se encontraría todo cuanto me rodeaba en ese instante pasados sesenta años.
Las mesas del bar quizá hubiesen sido reemplazadas por otras mucho más confortables y sofisticadas, con Dios sabe qué clase de funciones digitales. Y lo mismo pasaría con la barra, la cafetera e incluso el camarero, a cuya imagen estábamos ya tan habituados, habrían sido sustituidos por robots silenciosos y precisos.
Los ancianos que bailaban a compás, paladeando sus últimos rescoldos de energía se habrían convertido en un puñado de restos en descomposición y nosotros, los jóvenes que un día creímos ser inmortales e invencibles estaremos reducidos, débiles y tan frágiles como ellos. Curtidos por el paso de los años, con la mitad de nuestras expectativas en la cuneta, unas cuantas pesadillas rondándonos y ¿por qué no? …más de un sueño por cumplir.

lunes, 28 de febrero de 2011

Memento mori





Sin más motivos que la realidad de perseguir un sueño.
Sin más voz que el que dialoga sin miedo con el silencio.
Sin más joyas que una pulsera en la mano derecha que recuerda en mayúsculas que se debe escribir desde el corazón
Sin más lágrimas que las derramadas en el pasado.
Sin más impulso que la confianza de los que conocen y respaldan tus decisiones.
Sin más esperanzas que las de un marinero que se adentra en un mar eterno.
Sin más sueños que un soñador empedernido.
Sin más horizontes que el Sol.
Sin más herencia que unos ojos verdes y ganas de comerse el mundo.
Sin más aval que el de la constancia y el esfuerzo.
Sin más fronteras que las del universo.
Sin más barreras que las de la muerte.

sábado, 26 de febrero de 2011

Infinidad




"Es muy importante conseguir superar las barreras que nos inmovilizan, ¿Lo sabias?
Has aprendido a leer, a escribir…
La escritura es, es magia, ¿Nunca lo has sentido así?
Cuando empecé a escribir descubrí que estaba haciendo algo más que contar una historia.
La escritura es un arma, y es más poderosa de lo que jamás podrá ser un puño"



Escribir... no recuerdo muy bien cuando empecé a hacerlo. Supongo que ha sido algo que me ha acompañado desde pequeña. Apareció con la necesidad de escapar, de inventar mundos paralelos y se convirtió en un hábito diario a los diez o doce años.
Más tarde fui entendiendo la importancia y la responsabilidad de intentar dominar este arte y ahora no puedo dejar de crear, con mejor o peor talante, historias de todo tipo.
Creo que lo realmente importante es tener la capacidad de poder plasmar y compartir una parte de lo que en realidad eres ,y con ello intentar dejar una pequeña huella en el universo.
Y ese es para mí el verdadero sentido de escribir:ser eternos, aunque sólo sea con un bolígrafo y un cuaderno.

domingo, 20 de febrero de 2011

Savior




Estaba allí con las mejillas sonrojadas, preciosa. Con la cara salpicada por diminutas pecas.
Supongo que ella no sabía la razón de ser la última, quizá ni se le había pasado por la cabeza que yo siguiera un orden.
Me miraba aterrorizada pero sacando fuerzas de flaqueza de algún remoto lugar, y yo, impasible,la sujetaba sin mucho esfuerzo, sosteniéndole la mirada.
Tenía ya las manos manchadas, impregnadas de ese rojo tan brillante, tan único, ese rojo escarlata que me impulsaba a hacer esa atrocidad de la que seguro me arrepentiría más tarde;pero en ese momento no me tembló el pulso, blandí la hoja metálica,afilada,y le asesté dos o tres golpes secos.
Después, con la pulcritud de un cirujano, recogí uno a uno los trozos que habían salido despedidos por la violencia de aquel acto y los metí en una bolsa de basura negra.
Me lavé las manos con agua fría y de forma apresurada.
Finalmente me senté a contemplar cómo lloraban las fresas.

martes, 15 de febrero de 2011

Al otro lado


Porque no sabes bien lo que me dolió aquel dolor tan sin sangre, tan sin carne, tan por dentro, tan sin fin. Tan sin fin que ni el tiempo iba a acabar con él, porque eso de que el tiempo todo lo cura es mentira, el tiempo no cura nada, es el olvido el que se encarga de esas cosas. y el caso es que a mí sí que se me olvidó algo, se me olvidó olvidar. Por eso iba pensando en tantas cosas. En tantas y en tan pocas a la vez. Con lo malo que es pensar tanto, con lo malo que es eso. Y más cuando uno no puede dejar de pensar en lo que no quiere pensar, cuando uno sólo piensa en aquello que quiere olvidar con todas sus fuerzas y cuanto más intenta olvidarlo más lo recuerda y cuanto más lo recuerda más le duele lo que recuerda.
Yo me ahogaba. Me ahogaba porque las lágrimas que acabé llorando me inundaron el aire que intentaba respirar. O quizá me ahogué porque el aire buscaba lo que estaba respirando él. No podía respirar aunque lo intentaba, y eso que no sabía cómo se intentaba respirar si no se tiene aire.
Yo hacía fuerza como desde dentro y tanta fuerza hacía que la herida se me iba abriendo más,y más. Y más me dolía mientras más intentaba respirar. Y doliéndome todo mucho, no podía dejar de pensar y de preguntarme cosas. Me preguntaba por qué podemos olvidarnos de los muertos y no podemos olvidar a los vivos que nos hacen daño, por qué el olvido se acuerda de mí y no de otros.
Así que no quería aire, eso también es mentria. Sólo quería poder olvidar, se me olvidó olvidarlo a él. Eso sí que se me olvidó.


Ivan Teruel Cáceres 'Al otro lado'

Creo esto ya forma parte de mí,como la cicartriz que tengo en la cadera, que hace precisamente dos años cicatrizó y aun cuando cambia el tiempo duele.
Hoy hay tormenta.

lunes, 14 de febrero de 2011

Necesidad obliga.





Amaneció en el sur de Inglaterra.
Como todas las mañanas de ese mes apuraba en la cama hasta el último minuto, en un duerme vela que era finalmente interrumpido por un portazo de mi compañera de habitación; en ese momento saltaba de la cama y me metía en la ducha. Me vestía a toda prisa, cogía la mochila, bajaba las escaleras de madera, saltando los peldaños de dos en dos, metía las tostadas en el tostador y me bebía un vaso de zumo de trago. Después extendía la crema de cacao en el pan tostado, me lo metía en la boca, me ponía el chubasquero y el portazo que, minutos antes me había despertado, volvía a sonar.

Calle abajo y apurando mi desayuno, sacaba el reproductor de música, me ponía los cascos con la misma canción del día anterior.

Ese día al salir de clase me crucé con un grupo de amigos. Cuando creía que había pasado desapercibida una voz me gritó-vamos de compras al centro, ¿vienes?-.
-No, voy a subir a casa que mi habitación necesita una limpieza- repuse, riéndome de lo ridícula que había sonado aquella excusa.
-¿Ahora te has vuelto ordenada?- preguntó otro entre risas.
-Nunca dejé de serlo-respondí con la misma ironía- luego os llamo- les dije, poniéndome las gafas de sol y encaminándome hacia mi supuesto destino.
Al doblar la esquina, dejando atrás a mis compañeros, entre risas escandalosas mezcladas con palabras en inglés, italiano y sueco me apresuré a la parada en la que casualmente un autobús acababa de estacionar. Sin tener ni la más remota idea de a dónde se dirigía me subí y tras enseñarle al conductor el billete tomé asiento junto a una anciana.
Me apetecía despejarme, respirar, pensar, recapacitar y ¿por qué no? , también recordar.
Al llegar a la última parada la señora que viajaba a mi lado me indicó,amablemente, que era el fin del trayecto, se lo agradecí con un ‘Thank you very much’ y bajé del autobús.
Estaba en un barrio muy pintoresco, había banderas de colores que colgaban de un lado a otro de una calle angosta, repleta de tiendecitas de especialidades. Unas dedicadas exclusivamente a la confección de trajes de gentleman, otras cuyos diminutos escaparates estaban llenos de sombreros para ocasiones especiales, de todos los colores y diseños que la imaginación puede recrear.
Me disponía sacar la cámara de la mochila, con la misma desesperación que un fumador saca un cigarrillo, cuando una gota me calló en la mano. Miré al cielo y mis peores pronósticos se confirmaron: el cielo gris, encapotado vaticinaba lo que sería una tormenta.
Guardé la cámara y decidí resguardarme en una cafetería con unas cristaleras grandes que daban a la calle.
Me senté y pedí un cappuccino y dos sobres de azúcar.
Mientras lo esperaba, saqué de la mochila un cuaderno y un bolígrafo. No sabía qué escribir. Llevaba demasiado tiempo sin hacerlo, tres semanas para ser exactos, y a pesar de que inevitablemente y en cualquier lugar puedo inventar historias tenía la necesidad física de plasmarlas en papel.
El camarero dejó la taza encima de la mesa con delicadeza, como si entendiera a la perfección el proceso de concentración en el que me hallaba,y no quisiera interrumpirlo.
Justo cuando empezó a llover con severidad algo en mí también se desbordó.


Esa noche un cuaderno lleno de garabatos apenas legibles, trazados con tinta negra,de principio a fin, fue arrojado a un contenedor de Bronshill Road.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Enredos.


El lenguaje, provisto de enredos y recovecos permite a los corsarios encontrar un refugio y a los liberados desbordarse en un abismo en el que no existen más murallas que las propias.
Los etéreos mundos interiores, más extensos que el universo sideral, se abren caminos sin preámbulos, arrasando con la realidad, sin piedad, sin lógica, sin dirección ni sentido; pero todos y cada uno de ellos desembocan, tarde o temprano, en el vacío absoluto y completo del que venimos y al que estamos destinados.
Un grito apocopado en el silencio de una habitación puede ser un suspiro delimitado el cual, si no hubiera sido atajado a tiempo, podría haber sido el comienzo de un alarido que trata de luchar contra el tic-tac de un reloj que no perdona, ni tiene intención de hacerlo.
La desesperación se funde en otros cuerpos, en un intento frustrado de aferrarnos, por unos minutos, a la gloria de la inmortalidad. Nos hacemos más humanos y a la vez un poco más divinos. Cerramos los ojos y los volvemos a abrir,anhelando que la segunda vez supere a la primera y así pasamos nuestra estúpida existencia, parpadeando una vez tras otra en busca de la realidad inexistente creada por nuestra maquiavélica imaginación.

lunes, 7 de febrero de 2011

Casi todo.


'Even now it seems like forever
So alive caught in a fading light
On the longest night'


Los observábamos detrás de la cristalera.
–Dime, ¿cuántos años creen que llevan juntos?-pregunté.
Pareció pensárselo cuidadosamente como si su respuesta fuese a tener una verdadera repercusión en la historia- ¡treinta!- respondió finalmente.
-¿No te parece increíble?-volví a interesarme por su opinión.
-Lo es-dijo, sumiéndose predeciblemente en otra larga meditación.
-Es como vivir dos veces tu vida - repuse, intentando sacarle una sonrisa.
-¿No te gustaría tener algo así?- dijo, tajante.
Conteste con otra pregunta porque no sabía qué responder,-¿a ti si?
-Claro- dijo sonrojándose un poco- y no, no es con quien tú crees…
Otra vez se adelantaba a mis pensamientos. Nos reímos y nos fuimos de allí dejando a los dos ancianos leyendo juntos en el jardín del museo, absortos, con el aire de suficiencia que poseen esas personas que lo tienen casi todo.

martes, 1 de febrero de 2011

Ballade nº 4


Está frente a la máquina de escribir. Lleva casi una hora mirando el papel en blanco y no se le ocurre nada. Su imaginación está mermada, el potencial creativo que creía poseer ha desaparecido por completo. Se siente un inútil.
Decide poner algún vinilo en la gramola para incentivar a su ingenio. Abre el armario de madera labrada que perteneció a su abuelo ,un aficionado a las antigüedades.
En medio del saloncito austero del piso de Berlín en el que vive desde hace unos
meses Gustav Elliot, aquella reliquia desentona.
Mira las fundas de cartón de los vinilos ,colocadas dentro del armario labrado, con detenimiento, con la calma y la solemnidad con la que degusta un vino un sommelier; Mozart, Bach, Beethoven, Vivaldi, Schubert , Haydn, Clementi, Liszt ,Cramer y finalmente Chopin. Coge este último sin dudar, lo saca cuidadosamente y lo pone en el tocadiscos. Acciona el botón y el disco comienza a girar. Espera unos segundos y pone la aguja encima. Un rasgueo leve y difuminado cesa para dejar paso a las primeras notas del Nocturno número ocho. Se sienta y las palabras mágicamente comienzan a surgir:
“Tarde sombría en el Gran Hotel Imperial de Berlín. Bajo las escaleras enmoquetadas de un azul elegante y señorial .En el hall, iluminado por una maravillosa lámpara de araña fabricada con cientos de cristales de bohemia, se sitúa un piano de cola negro. Entre los allí presentes se encuentra lo más distinguido de la alta sociedad europea. Me reciben con una ovación. Saludo levemente con una inclinación de cabeza y ya siento que los nervios me hacen temblar súbitamente.
Los camareros con sus trajes de chaqueta y sus guantes blancos deambulan con bandejas de canapés y copas de champagne.
El director del hotel me tiende la mano amablemente. Se la estrecho, devolviéndole una sonrisa. De entre el público da un paso al frente una señorita que viste un vestido largo espéctacular, con el cabello ligeramente ondulado. Se sienta al piano, sonriente, altiva, confiada; pero la conozco lo suficiente como para saber con precisión qué clase de sentimientos la invaden. Esta vez son los nervios.
El director del Gran Hotel Imperial comienza una breve introducción:
-Buenas noches distinguido público, es un honor para mí poder presentarles al escritor y poeta Víctor Vihesmae que esta noche nos va a recitar algunas de sus fragmentos acompañado de la maravillosa pianista y compositora Diana Stragoff. Sin más preámbulos van a comenzar.
El público fervoroso se funde en otro aplauso.
Las manos pálidas, ingrávidas de Diana parecían hacerse más sólidas cuando acariciaba las teclas del Steinway. Esto era algo que me encantaba observar en las tardes de ensayo previas al recital. En el conservatorio donde nos reuníamos cada tarde para ensamblar mis palabras con sus notas la delicadeza de la pianista se hacía imperceptible cuando tocaba. Por el contrario parecía como si fuera una mujer mucho más fuerte, menos vulnerable.

Tras la introducción me hizo un gesto que indicaba que debía comenzar a recitar; la voz ronca y recia empezó a salir de una boca que no parecía ser la mía. Supe que Diana me miraba de soslayo, esto me dio una confianza desaforada y me sentí más cómodo delante de aquellos remilgados que seguramente no eran capaces de entender ni una palabra de lo que decía.
-Cuando en el lago de la desolación se posa el Sol, desde las profundidades de las aguas sombrías emergen dos pájaros blancos. Qué agradable sorpresa para el observador, qué desconcierto para el lago. Las gráciles aves apenas se dan cuenta de que el lago prefiere tenerlas ocultas y oprimidas en sus profundidades, que verlas batir sus alas y ser el centro de todas las miradas.

En ese momento las notas del piano de cola y mis palabras se fundían, éramos como un gladiador que se enfrentaba a doscientos leones hambrientos con la astucia y la calma que son respaldadas por un sueño común.
Sentía que mis rimas estaban llegando a su fin –temido y a la vez esperado- porque era la parte en la que Diana se había empeñado en ensayar cientos de veces.
-Solo aquel que nada a contracorriente siente que está vivo- dije, presintiendo la reacción de todos los bobos con cara de complacidos que no sabían de lo que les estaba hablando desde hacía ya más de media hora.

Diana se levantó enérgica, excitada, sabiéndose privilegiada por poder estar viviendo ese momento.
Cuando el tercer aplauso de la noche finalizó y los invitados empezaban a halagar nuestro trabajo, mi amiga cogió el revólver que habíamos guardado estratégicamente la noche de antes bajo la tapa del piano, y le disparó una bala certera entre las cejas del señor Kratz,el dueño de una multinacional Sueca que había asesinado a los padres de Diana cuando ella solo tenía cuatro años.

Salimos del hotel por la puerta de la lavandería.”



La Hispano Olivetti de Gustav se acababa de quedar sin tinta y Chopin había dejado de sonar. -Justo a tiempo -pensó- pues no sabía cómo acabar esta historia.

sábado, 29 de enero de 2011

Lucía y el saxo.


Lucía desde que tuvo uso de razón sabía que sus padres no se querían. Había adquirido, con el tiempo, la habilidad de predecir una discusión y, cuando notaba el ambiente tenso corría a encerrarse en su habitación. La pequeña con solo seis años ya era capaz de calcular con precisión cuántos minutos faltaban para que una pelea tuviera lugar, antes incluso de que su padre llegase a casa.

Mientras que en la cocina se oían golpes, gritos, insultos y amenazas del saxo de Lucía salían verdaderas obras maestras que parecían alimentarse de la ira de los puñetazos que su padre le propinaba a su madre. Así transcurrió la infancia de la pequeña.

Volvía del conservatorio una gélida tarde de Enero, Lucía se quedó ensimismada mirando la nieve derretida goteando por las ramas de los cipreses y tuvo un presentimiento horrible. Corrió a casa olvidando en el saxofón frente a los cipreses.

Al llegar al portal un señor que salía a toda prisa le dio un empujón, para abrirse paso y le dejó a la niña una mancha marrón en la camisa.
Subió las escaleras notando que el mal presentimiento que había tenido en el parque iba in crescendo.

Cuando la pequeña vio el cuerpo sin vida de su madre no pensó jamás que el asesino era su propio padre.

El hombre que manchó la camisa de Lucía dejó también en su vida una marca indeleble.
Lucía, años después recordaba con horror la tarde que volviendo a casa perdió el saxofón y tantos otros sueños.

martes, 25 de enero de 2011

Ser valiente no es solo cuestión de suerte.



El señor de la cafetería que amablemente nos sirvió la tostada con aceite y tomate y nos canturreó en una mezcla de inglés mal pronunciado y andalúz la canción 'Blue moon' ,probablemente no percibió la tristeza en la que la bella mujer que estaba sentada frente a mí se hallaba sumida.

-Se ha ido, se ha ido así sin más, sin avisarme.¿Por qué? Es que no lo comprendo- dijo sollozando.-
-¿No te ha dejado nada?, ¿ni una nota?...
-¡No!- las lágrimas de Olga rodaban por sus mejillas y se perdían al girar por la curva de su barbilla. -¿Tu no sabías nada?
-No-repuse- ¿por qué iba a saberlo yo?-dije intentando mantener la calma.-
-Sois amigos.


Y era precisamente ese el motivo de tener que ocultarle Olga porqué se había marchado, pero no habría imaginado nunca que fuera tan cobarde.
El destino me había puesto a prueba, y mi amigo me había dejado consolando a la mujer de mi vida para irse con otra.

domingo, 23 de enero de 2011

Amanece.




'En su paz la ventana
restituye a diario
las estrellas, el aire
y el que estaba soñando.'
Luis Cernuda

Cuando amanece la mañana gélida y el Sol, tímido y amodorrado, se abre paso entre las lentas nubes grises me acuerdo de los días en los que estuve allí.
El viento nórdico y la luz tenue parecían ser de otro país, y allí, pisando las aceras que quizás algún día él pisó echándome en falta o acordándose de mí, dejé de creer en las coincidencias.
Parecía una partida de dados trucados, una carta marcada que estaba predestinada a caer en mis manos tarde o temprano, una escena de película que me tocaba protagonizar a mí después de los años.

Estaba en ese lugar, el lugar descrito y adornado por sus palabras cientos de veces, pero iba siendo consciente de que la magia había desaparecido y que todo había perdido su encanto. En unas de esas situaciones en las que un arrebato de coraje en el que los sentimientos sinceros y puros, los aparcados en un rincón y olvidados son los que te dan el valor para luchar por lo que de veras anhelas, perseguí lo que deseaba desde hacía años.

Busqué su rostro entre la multitud, en las zonas más transitadas y en los callejones recónditos y desconocidos. Analizaba caras anónimas y cuando creía reconocerlo me colapsaba y no podía actuar con claridad, pero en esas décimas de segundo un gesto, un movimiento me mostraban que no era él.

Pasaban los días sin ningún resultado y el cansancio y la desesperación me hacian plantearme el sentido de esa búsqueda frenética.Fue entonces cuando decidí volver al hotel para preparar el viaje de vuelta.
Estaba abriendo la puerta de la habitación cuando el teléfono comenzó a sonar…

domingo, 9 de enero de 2011

Tormenta.


Quedé con Erik en Picadilly a las cinco y media. Estaba apunto de coger el metro y volver a casa cuando le ví llegar.
-¡Erik, llevo esperándote más de media hora!
-Lo sé. Lo siento.
-Eh,¿ y esa sonrisa de tonto?, no me lo digas,¿has estado con ella?.
-Venga no quiero hablar de eso ahora. ¡Vamos a tomar algo! ,invito yo por lo del retraso.

Andamos hasta el Soho y nos metimos en una taberna en la que había música en directo. Un viejo hippy interpretaba con su guitarra algunos temas propios y versionaba los grandes hitos del pop británico ochentero.
Erik se acercó a la barra a pedir dos jarras de cerveza y cuando volvió seguí con el interrogatorio.
-¿Cómo está?
- Tan guapa como siempre- dijo, dándole un trago largo a la cerveza.
-¿De qué habeís hablado?
-Pues un poco de todo; de la casualidad de habernos encontrado aquí, de estos dos años, de cuando se fue.
Sam, es increíble. Parece que todo está como antes, que no hemos cambiado.
-Esta vez no vas a dejarla escapar ,¿verdad?

El guitarrista empezó entonces a tocar los primeros acordes de 'The summer' del grupo Coconut Records y los dos empezamos a reirnos de aquella curiosa coincidencia. Como siguiendo un impulso adolescente cantamos a coro el estribillo la que fue para nosotros la banda sonora del verano de 1992:
'And it's always summer back in Alabama
And I miss you forever, honey
More than you will know.'


Cuando la canción acabó volví a la carga con otra pregunta:
- Erik ,¿se lo vas a decir?.
-¿Qué supone que tengo que decirle?
-A qué te dedicas.
-Sam, ¿sabes una cosa?-me dijo, poniéndose tenso- lo único que esto me ha traído han sido problemas. No,no quiero que se entere que soy escritor. No quiero que sepa que vivo encerrado en mis pensamientos. No quiero que sospeche que mi cabeza es capaz de crear más de mil historias con solo un par de palabras suyas. Pensará que soy un enfermo.
-O un genio.
-¡No soy un genio Sam!.
- Vale, entonces ¿por qué no dejas de escribir?.
-Porque no podría vivir, porque lo necesito todos los días a todas horas. Porque me estoy duchando a las siete de la mañana y una jodida historia me asalta, veo a los personajes hablar, los veo sentir, y siento yo también, los veo emocionarse, y me emociono. Y si algo no me gusta lo cambio a mi antojo.
-Sabes Erik, eso es un don, un don de dioses.
-No sabes lo que dices.
-Y ¿qué vas a hacer con ella?
-Pedirle que se case con un atormentado.

jueves, 6 de enero de 2011

Extracto de la sociedad


Danzan calle arriba y calle abajo con la cabeza alta pero hueca. Con metas como casarse pronto o comprarse un coche mejor que el de su vecino.
Luchas de egos, amores meramente físicos. Atracción sexual animal al más puro 'aquí te pillo aquí te mato'.
Niñas disfrazadas de señoras, cincuentonas que lloran sus arrugas, delinqüentes taciturnos y meditados que rondan bares de mala muerte, señores con caché y modales que pierden la compostura en una puerta iluminada por neones rosas, inmigrantes intelectuales, patriotas barrenderos. Políticos corruptos embutidos en trajes de seda pagados por asistentas sociales que cobran por horas en la casa de una Doña Angustias que ya se ha cansado de ser hippy y y se ha casado con un yuppie. Yuppies hijos de mineros que miran por encima del hombro al mecánico que les arregla el volvo. Polvo blanco encima de un cristal para soñar, niños que dejaron de soñar cuando les dieron un arma en la guerra de Irak, soñadores que van en furgoneta y escriben cuentos para pensar. Pensadores que enamoran a barbies operadas, cirujanos malabaristas enamorados de modistas oprimidas. Madres de pasotas que pasan en el parque cigarrillos de la risa, risueños socialistas que persiguen ideales comunistas. Comunicados de alarma, periodistas con armas, fotógrafos enamorados de la calma, artistas del mármol, modelos anoréxicas, cajeras de supermercado con el coeficiente intelectual ajustado. Mendigos, policías, mimos aplaudidos por memos, ludópatas en bares, camareros con un máster en psicología, estudiantes 'cierrabares', tunos, bebés en cunas, ciéntificos chiflados, padres de familia, dentistas con vocación de arquitectos, profesores trabajando en cárceles, niños acosados, matones de pega, mentirosos ,ilusionistas,biólogos que estudian esta fauna, pandilleros que gritan 'todos a una', loteros , inventores de la fortuna.
Equilibristas desequilibrados en pasillos de hospitales psiquiátricos, funcionarios, chicas de calendario, vividores moribundos, modelos de otro mundo. Escritores de ciencia ficción, cantantes con tirón.
Y los cuentacuentos como yo.

lunes, 3 de enero de 2011

El tic-tac corre.


Un señor serio bajó del tren con calma.
De camino a las escaleras mecánicas se cruzó con una chica que lloraba en un banco. Al principio pensó en ignorarla pero los sollozos se hicieron más intensos. Interrumpió su marcha, dió la vuelta y se sentó a su lado.

-Un mal día ¿eh?.-dijo él con voz ronca.
La chica ansitió sintiéndose cohibida por la presencia del desconocido e intentó contener el llanto pero los ojos se le anegaron de lágrimas que no pudo reprimir.
El señor le tendió un pañuelo de seda blanca, en el que estaban pulcramente bordadas unas iniciales.
-Gracias.-Dijo la chica sorbiendo,con una sonrisa amarga.

-Lo malo es que sólo seca lágrimas, no las borra.-dijo él.

-Hay cosas que es mejor no borrar,¿no cree?.

El señor dudó en silencio.-No lo sé- dijo finalmente.-Supongo que si borramos esas cosas que no nos gustan dejaríamos de ser nosotros. Al fin y al cabo estamos hechos de aciertos y errores.

La chica meditó la respuesta.
Pasaron unos minutos sin dirigirse la palabra, volviéndo a trazar la distancia que había sido levemente violada por el señor. Cuando este pensaba que su tarea estaba hecha y se dispuso a retomar su camino , la chica le asaltó con una pregunta.
-¿Las iniciales del pañuelo son las suyas?.
-No.
-¿Qué quieren decir esa C y esa D?
-Carpe Diem.

domingo, 2 de enero de 2011

Historias de cabaret.





Otra noche estaba en ese antro polvoriento, que apestaba a puro y a whisky barato. Bajo la mirada lasciva de aquellos hombres ,se quitaba sus guantes con el mismo estilo que Rita Hayworth en Gilda. Después de darle un par de caladas a su cigarrillo volvía al pequeño escenario fingiendo una sonrisa y envolviéndose en su boa de plumas rojas.
Nunca le había importado demasiado trabajar en un cabaret, nunca se había puesto nerviosa al bailar delante de más de cien hombres, pero esa noche sintió un extraño nudo en el estómago.
No supo dar explicación al hormigueo que la invadía y en mitad del espectáculo unos ojos negros,desesperados, se encontraron con los suyos.
Se sintió inmensamente torpe. Quería salir de allí, huir.
La música cesó y se marchó apresuradamente al camerino. Cerró la puerta con fuerza, como si el ruido del portazo fuera a borrar esos ojos de su cabeza,pero el portazo no sonó...
Estaba allí, sujetando la puerta con el hombro ,suplicándole sin palabras que se marcharan de ese lugar. Y ella,envuelta por las lágrimas de quien se resigna a dar una segunda oportunidad al amor de su vida, tiró los guantes , cogió el abrigo y los dos se fueron del bar corriendo, intentando inútilmente repcuperar el tiempo perdido.