domingo, 23 de enero de 2011

Amanece.




'En su paz la ventana
restituye a diario
las estrellas, el aire
y el que estaba soñando.'
Luis Cernuda

Cuando amanece la mañana gélida y el Sol, tímido y amodorrado, se abre paso entre las lentas nubes grises me acuerdo de los días en los que estuve allí.
El viento nórdico y la luz tenue parecían ser de otro país, y allí, pisando las aceras que quizás algún día él pisó echándome en falta o acordándose de mí, dejé de creer en las coincidencias.
Parecía una partida de dados trucados, una carta marcada que estaba predestinada a caer en mis manos tarde o temprano, una escena de película que me tocaba protagonizar a mí después de los años.

Estaba en ese lugar, el lugar descrito y adornado por sus palabras cientos de veces, pero iba siendo consciente de que la magia había desaparecido y que todo había perdido su encanto. En unas de esas situaciones en las que un arrebato de coraje en el que los sentimientos sinceros y puros, los aparcados en un rincón y olvidados son los que te dan el valor para luchar por lo que de veras anhelas, perseguí lo que deseaba desde hacía años.

Busqué su rostro entre la multitud, en las zonas más transitadas y en los callejones recónditos y desconocidos. Analizaba caras anónimas y cuando creía reconocerlo me colapsaba y no podía actuar con claridad, pero en esas décimas de segundo un gesto, un movimiento me mostraban que no era él.

Pasaban los días sin ningún resultado y el cansancio y la desesperación me hacian plantearme el sentido de esa búsqueda frenética.Fue entonces cuando decidí volver al hotel para preparar el viaje de vuelta.
Estaba abriendo la puerta de la habitación cuando el teléfono comenzó a sonar…

No hay comentarios: