miércoles, 15 de diciembre de 2010
Lucía sin los diamantes.
El calor es insoportable y decide sentarse a descansar en un banco situado a unos cien metros.
Quiere desconectar, irse lejos de allí.
Busca una postura cómoda y acaba tumbada ocupando todo el banco. Se pone la mochila debajo de la cabeza y cierra los ojos.
Se acuerda de que lo lleva en el bolsillo del chaquetón, palpa con una mano torpe hasta que ,finalmente, lo encuentra. Lo saca y sin más preámbulos se lo pone. Un hormigueo hace aparación por la espalda y sube por el cuello hasta llegar a la nuca y atravesarle la médula.
Empieza a hacer el efecto deseado y sonríe satisfecha, ha consiguido driblar a la tristeza una vez más. Entra en un estado de éxtais absoluto, se le mueven los pies y las manos, como poseídas por un ritmo casi diabólico. La cabeza va de un lado a otro, rítmica también.Está aturdida, fuera de sí.
En un destello de serenidad reflexiona, quizás el bajón será horrible; pero ¿qué importa eso ahora?.
Silencio.
Baja de su nube y pulsa frenética la tecla de su I.pod para volver a escuchar "Lucy in the sky with diamonds", pero ahora la música ha perdido la capacidad de transportarla con los Beatles a su paraíso aratificial.
Decide, entonces, sacar la bolsita transaparente del patanlón y se traga otra de esas pastillas de colores. Ahora sí, esto parece más real.
Lucía vuelve a ver luces de colores,paisajes alucinantes aunque un poco borrosos y flota por el cielo , la única diferencia es que en este no hay diamantes.
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